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Andrew Bodden, coordinador de programas y de la base de apoyo heterogénea de MCC East Coast del sur de Florida, a la izquierda, brinda asesoramiento sobre inmigración y coordina la asistencia jurídica para las iglesias anabautistas del sur de Florida y sus pastores, entre ellos el Pastor Valentín Fontanez de la iglesia Refugio Eterno de los Hermanos en Cristo. (MCC Photo/Silas Crews)

Andrew Bodden, coordinador de programas y de la base de apoyo heterogénea de MCC East Coast del sur de Florida, a la izquierda, brinda asesoramiento sobre inmigración y coordina la asistencia jurídica para las iglesias anabautistas del sur de Florida y sus pastores, entre ellos el Pastor Valentín Fontanez de la iglesia Refugio Eterno de los Hermanos en Cristo. (MCC Photo/Silas Crews)

Miriam Copp Johnson es la coordinadora de Comunicaciones y Relaciones con los Donantes en MCC East Coast. Este articulo también está publicado aquí. 

MIAMI, Florida – Al final de un día de trabajo en construcción, René Ticas llevaba a sus trabajadores a sus casas sobre la carretera Palmetto Highway, en Miami, cuando la escalera que venía en el techo de la camioneta se desató y giró como trompo en el camino, rozando a otro automóvil.

Ticas llamó a la policía para reportar el accidente, pero nunca se imaginó que las repercusiones serían tan costosas para su familia.

Después de que el policía revisó las licencias y matrículas, les pidió su identificación a todos los pasajeros de la camioneta. Ticas tenía un permiso de trabajo pero su hijo Elmer, su tío y un amigo (todos de El Salvador) estaban en Estados Unidos indocumentados. El policía esposó a los tres y llamó a los oficiales de inmigración.

“Me perdí en mi propio mundo”, dijo Elmer Ticas, ahora de 20 años de edad, “pensando en el tiempo que llevo viviendo aquí, asistiendo a la escuela, queriendo hacer mi futuro aquí y pensando en cuánto trabajo me costó llegar”. Tenía 13 años cuando se fue de El Salvador y cruzó la frontera de México a los Estados Unidos caminando por el desierto, sin mucha comida ni agua potable y nadando para cruzar el río.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos llegó y Rene Ticas vio anonadado cómo se llevaron los oficiales a su hijo y a los otros señores.

¿Por qué me detuve? se preguntaba, sentado en McDonald’s tratando de calmarse. “De haber sabido, hoy no habría ido a trabajar”. Dice que rezó y recordó que “todo está en manos de Dios”, casi lo mismo que pensó 14 años antes cuando salió de El Salvador en búsqueda de mejores oportunidades económicas en los Estados Unidos.
OBTENCIÓN DE ASESORAMIENTO JURÍDICO

Luego llamó al Pastor Valentín Fontanez de la Iglesia del Refugio Eterno de los Hermanos en Cristo, la iglesia a la que asiste la familia de Tica y donde Elmer era el principal pianista del conjunto de música litúrgica.

Fontanez sabía a quién pedirle ayuda: el MCC East Coast del sur de Florida tiene un Programa de Inmigración que ofrece asesoramiento cristiano y económico a miembros de las iglesias anabautistas del área. El programa proporciona educación sobre inmigración, asesoramiento individual y representación jurídica.

La abogada de inmigración Rachel Díaz, una consultora de MCC East Coast y congregante de la iglesia La Roca Firme de los Hermanos en Cristo, en Hialeah, Florida, aceptó llevar los casos del hijo y del tío de Rene Ticas. Al amigo lo deportaron.

Andrew Bodden, coordinador del programa y de la base de apoyo heterogénea de MCC East Coast del sur de Florida, dijo que el trabajo de inmigración que hace el CCM es un conducto para las obras de Dios en el sur de Florida.

“Para mí, es una manera de cumplir con el llamado que Dios nos hizo de alimentar al hambriento, acoger al forastero y visitar al preso”. Bodden también supervisa las labores del CCM en Puerto Rico y contesta preguntas de inmigración que le llegan de cualquier estado.

Durante el tiempo que estuvo detenido en el centro de detención Broward Detention Facility en Pompano Beach, Florida, Elmer tocó el piano en los servicios religiosos diarios para presos y tradujo para los pastores visitantes o para las personas que necesitaban enviar cartas a sus abogados.

Santiago (no es su nombre real, pues su caso aún sigue en proceso), el tío abuelo de Elmer, no podía acostumbrarse a la monotonía de la detención. Estaba frustrado porque no podía enviar $220 cada quince días a El Salvador para ayudar a sus padres, tres hermanos enfermos y dos hijos, como siempre lo había hecho. “Mi familia pasó hambre”, declaró.

Santiago salió de El Salvador en el 2007 después de que unos pandilleros balacearon el camión que él conducía, porque se negó a pagarles un porcentaje de los pasajes. Su hijo iba de pasajero en el autobús cuando eso sucedió. Mudó a sus hijos a otro lugar y partió para los Estados Unidos.

Díaz presentó sus casos ante un juez que les concedió la libertad a ambos: a Elmer después de 40 días, justo antes del Día de Acción de Gracias de 2011, y a Santiago antes de la Navidad del mismo año. Aunque sus casos seguirían en proceso, tenían libertad para estar con sus familias.

“Me puse tan contento”, dijo Elmer, agradecido no solo por estar en libertad, sino por la experiencia. “Aprendí lo valiosa que es la vida, cómo amar al prójimo y más sobre la fe y que la gente venera al mismo Dios de diferentes maneras…”
¿CUÁNTO TIEMPO?

Dos años más tarde, el caso de Santiago aún sigue en proceso, pero a Díaz no le quedan muchas opciones jurídicas para ayudarle. A menos que se le conceda una apelación, Santiago será deportado en el 2014, lo cual lo tiene preocupado. “Los pandilleros no olvidan a nadie”, dijo él, “y no importa en qué parte del país te encuentres.”

A Elmer le fue mejor porque calificó para la Acción Deferida para los que Llegaron en la Infancia, o DACA (por sus siglas en inglés), una orden ejecutiva que otorga un permiso de trabajo de dos años a los adolescentes y adultos jóvenes que llegaron a Estados Unidos antes de los 15 años y que cumplen con una lista de criterios adicionales, entre ellos formarse académicamente. Elmer terminó el bachillerato (high school) en mayo de 2012.

Díaz tramitó los documentos correspondientes para Elmer, cuya orden de deportación fue cancelada y le otorgaron un permiso de trabajo. Díaz dijo que sus probabilidades de permanecer en el país después de los dos años dependen de que la DACA continúe o de que se instituya una reforma migratoria que le dé estatus legal permanente.

Elmer tiene planeado asistir a la universidad en el 2014. Siempre quiso ser abogado y con esta detención, su sueño es aún más sólido. “Deseo de todo corazón ayudar a las personas que lo necesitan, ser justo y no aprovecharme de nadie”.

El pastor Valentín, quien agradece que su pianista haya regresado para tocar el piano en la iglesia, reflejó sobre los motivos por los que ayuda a los indocumentados, quienes constituyen por lo menos la mitad de su congregación de 70 miembros.

“Las situaciones de pobreza en su propio país los llevan a explorar nuevas tierras para ayudar a sus familias”, afirmó. “No es justo hablar de Jesucristo si la gente no puede ver cómo se refleja Jesucristo en lo que hacemos. Puedo dar un sermón, pero también puedo platicar con usted. Jesucristo dio sermones, pero también dio comida y curó a los enfermos”.

Para obtener más información sobre las labores de inmigración de MCC U.S., visiteimmigration.mcc.org. Para abogar por la reforma migratoria, visite el sitio web de la oficina de MCC U.S. en Washington: washington.mcc.org/issues/immigration.

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