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Rebekah Sears, Policy Analyst and Educator for MCC Colombia

En julio y agosto de 2013 estuve estudiando español en Guatemala aprovechando mi tiempo de descanso después de mi trabajo en Colombia. A la vez estuve aprendiendo mucho sobre el contexto político en ese país. Para ello tuve la oportunidad de participar de algunas clases, ver presentaciones y conferencias sobre la coyuntura de Guatemala. Afortunadamente también pude viajar a varios lugares durante los fines de semana.

En un viaje en particular acompañados por personal de CALAS (Centro de Acción Legal- Ambiental y Social de Guatemala) llegamos a  la Mina Marlin de explotada por la compañía canadiense Gold Corp. La misma está ubicada cerca de San Miguel en el departamento de San Marcos, en el occidente de Guatemala y cerca de la frontera con México.

Mi impresión inicial fue una completa sorpresa. He visitado algunas minas en Colombia, pero nada como esta mina. Su extensión es enorme, son hectáreas y hectáreas de tierra explotadas por la mina y  en medio de la misma muchas comunidades tratando de sobrevivir bajo condiciones deprimentes.

No pudimos visitar el sitio exacto donde está la mina a cielo abierto pero podemos ver que está rodeada de casas de pobladores locales. También fuimos a lado del lago artificial, donde hay agua de la mina. Esa agua era sucia y con colores de blanco y turquesa, que según los lugareños, es la evidencia de cianuro. También en nuestro camino dentro de la mina, vimos muchas casas y otras construcciones con muchos daños. Son daños por los procesos explosivos para buscar oro y otros minerales.

Pero lo más impresionante, al menos para mí, fue entrevistarme con la  gente viviendo en la mina y sus luchas por una vida mejor, gente que no quieren salir su hogar y tierra familiar.

En una de esas entrevistas dentro del gran territorio de la mina, conversamos con gente de la comunidad de Siete Platos, especialmente con tres líderes de un movimiento en resistencia. Ellos nos contaron la historia de la mina. En 2004, personas en representación de la mina llegaron y dijeron a las comunidades  que con ella llegaría un profundo desarrollo para la región y muchas oportunidades de una vida mejor para sus pobladores. La gente creyó en las palabras de los representantes de la mina y así la mina llegó.

Pero, después de casi 10 años, según los líderes ni el desarrollo ni las mejores oportunidades para una vida mejor llegaron, solamente cambios negativos y destrucción del ecosistema, la salud y la vida misma de las comunidades de la zona. Por ejemplo, el agua es muy sucia y el medio ambiente en general está muy contaminada: eso ha traído muchas enfermedades.

Cuando la mina llegó, sus representantes prometieron que habría agua limpia para la gente de la comunidad, pero la gente todavía la están esperando. Tres días antes de nuestra visita, la gente había armado una barricada en la carretera para reclamar el cumplimiento de las promesas y en especial el proyecto de agua limpia. A pesar de todo esto, el trabajo de la mina sigue.

Después visitamos una mujer Mam y su familia en su casa. En este momento no hay otras casas cerca de la suya. Esto porque la empresa de la Mina ya ha comprado las otras casas. Ella también recibió una oferta adicional de la mina, pero ella no aceptó pues es la tierra histórica de su de su familia, su tierra por muchas generaciones y eso tiene mayor valor que no es solamente económico y que quizás es más importante.

Ante la negativa de la mujer y su familia de vender la casa a la Mina, fue advertida que su seguridad estaba en riesgo y que eso no sería responsabilidad de la empresa. Le dijeron además que la empresa no tenía el derecho de su casa, pero por autorización del gobierno guatemalteco, tenía el derecho de la tierra debajo de su casa.

Casi cada día ella y su familia se sienten temblores de tierra por el trabajo de la mina. Ellos no sienten seguros con su casa, tal vez el próximo temblor tirará abajo la casa. Pero todavía están allá.

Entonces, después de una visita semi-turística, pienso en cómo podemos apoyar a las personas que como la mujer Man y sus comunidades sufre por la el trabajo en Mina Marlin. Creo que podemos hablar del tema, podemos publicar historias como esta, podemos intentar charlar con los gobiernos de Guatemala y Canadá. Igualmente creo que podemos apoyar a los movimientos pacíficos de resistencia- acompañamiento, podemos apoyar en la provisión de recursos.  En fin podemos ser creativos para apoyarles.

Por su parte CCM en Guatemala ha trabajado mucho en esta región donde está la mina, apoyando proyectos de desarrollo real y movimientos de resistencia pacificas.

Siento que he aprendido mucho de los movimientos de resistencia en Guatemala de lo cual me queda mucho para pensar, para hacer y también compartir en Colombia y otras partes de la región.