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Por Anna Vogt, una trabajadora de servicio en CCM Colombia quien actualmente labora con Justapaz, una organizaciónMenonita enfocada en la justicia, la paz y la acción no violenta en Colombia. Originalmente publicado en:thellamadiaries.wordpress.com. Traducción por Nancy Sabas. 

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«En ese momento, cuando vi su brazo cubierto con piel de gallina saliéndose por debajo de la sabana mientras dormía, sentí algo. Y eso fue sólo el principio. » Manuela contaba, mientras me regalaba la historia de su larga relación de 35 años con su esposo, Narciso.

Sin embargo, la felíz historia de amor se puso seria rápidamente cuando los paramilitares le dispararon a Narciso en la cara por su trabajo en organización política. Manuela estaba abrumada: «Por la cantidad de sangre… Yo tenía demasiadomiedo de ir donde los vecinos en busca de ayuda, así que estuve sola durante horas hasta que llegó la ayuda. Yo mantuve sostenida su mano en la ambulancia «.

Narciso sobrevivió y la pareja huyó de su ciudad, para finalmente terminar como cuidadores de la finca Sembrandopaz.Hace dos meses, volvieron a su ciudad por primera vez en años. Tenían miedo, más Manuel expresó con asombro: «Nisiquiera nos podíamos comer toda la comida que la gente había preparado para nosotros, pues la noticia de que nosotros habíamos vuelto se había extendido entre todos nuestros vecinos! ¨ Narciso tomó un descanso de todo el festín para visitar al padre de quien sospechaba pudo haber sido su asesino y, en un movimiento cuidadosamente orquestado bajo lasenseñanzas de su congregación local sobre amar a sus enemigos, lo abrazó y le ofreció el perdón.

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Aunque ni Manuela ni Narciso se sienten cómodos con volver, sus acciones reflejan los cambios graduales que se están produciendo en su entorno, a la vez que la desconfianza justificada se mezcla con la esperanza de que las cosas pueden ser diferentes. El valor para regresar y la posibilidad de convivencia sirven para crear el espacio en el que un futuro diferente pueda ser posible.

De vuelta en Bogotá, me invitaron a asistir al lanzamiento de una nueva estrategia de marketing para una estación de radio evangélica. A veces, ellos re-emitían nuestro programa, por lo que mi presencia era una manera de mantener relaciones. La regla general es: entre más elaborados sean los centros de mesa, mayor es la necesidad de irse con cautela. Desde el momento en que vi las rosas rojas puestas en la parte superior de las rocas blancas y las hojas verdes brillantes cuidadosamente colocadas, todo con los tallos dentro de una gigante pecera, me puse en cautela. A duras penas logre tragarme mis empanadas frías y jugo de naranja tibio cuando  escuché al pastor de la iglesia con audacia proclamando la necesidad de que la gente se uniera a su gira promocional a Israel.

tree«Por la vida, la familia y los valores», pronunciaba el diputado Marco Fidel Ramírez, mientras se arrebataba hacia atrás y adelante, con el puño en el aire exhortando a Dios para que bendiga el mensaje evangelizador de la estación de radio y a todos los que defienden los valores cristianos. La única mención de cualquier tipo de realidad contextual era un alarde acerca del alcance de la estación, que le llegaba incluso a los secuestrados.

Para mí, el evento fue un reflejo del pensamiento fundamentalista, tal vez una fuente de certeza moral en medio del constante cambio contextual, pero con resultados más dañinos, ya que sus posiciones se alinean, influencian y son influenciadas por las realidades de la derecha política. El resultado: las conversaciones de paz se proclaman demoníacas en otros espacios y la moral se define por la presencia de las máquinas expendedoras de condones.

A veces, creo que toda mi vida ha sido un viaje para tratar de darle sentido a lo absurdo, para conectar los puntos entre macro y micro. Sin embargo, lo personal es político. Lo que podría ser visto como las decisiones o acciones individuales, siempre están conectados a una realidad mucho más grande y al contexto, que influye e informa acciones. Al ver las conexiones, éstas permiten una comprensión más íntima de la realidad y también de la agencia, reconociendo las formas en las que el cambio se conecta desde la parte superior hasta la parte inferior. Hay espacio para ambas la desesperación y la esperanza, junto con la compasión, porque las acciones individuales no ocurren en un vacío, ya sea hecho en nombre de la religión o no.

Estoy muy agradecida de conocer las historias de gente como Manuela, Narciso y otros en todo el campo y la ciudad,  y que mis experiencias en las reuniones de alto rango no sean las únicas realidades de Colombia con las que me encuentro en mi trabajo diario. Hay muchos factores que compiten por el futuro de Colombia. Quizás Manuela no tenía ni idea de cuando ella se enamoró de un brazo cubierto con la piel de gallina, pero su tenacidad y esperanza son opciones que también tienen el poder de cambiar el mundo.

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