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“Cristo ya nació en Palacaguina de Chepe Pavón

Y una tal María ella va a planchar muy humildemente

La ropa que goza la mujer hermosa del terrateniente.

Las gentes para mirarlo se rejuntarán en un molote,

El indio Joaquín le trajo quesillo en trenzas de Nagarote.”

-Carlos Mejía Godoy, “El Cristo de Palacaguina”

 

En mi preparación para el fin de semana de estudios con los y las participantes de los programas de SALT y YAMEN (YALTers) cuyo tema sería «Hacia una descolonización e interculturalidad» me encontré con la tarea también de compartir una reflexión, pero desde una mira descolonizadora. Fue todo un reto. Empecé a investigar más sobre este tema y me di cuenta de que todo estaba con la mirada colonizadora, nuestros santos, vírgenes y demás son siempre representados según estándares y belleza eurocéntrica y distan mucho de la mirada del mestizo o de las personas de estos lados. Para mi buena fortuna, un teólogo Costarricense (de las iglesias anabautistas de Costa Rica) llamado Jaime Prieto, estuvo por esos días acá y junto a él pude descubrir a un ejemplo de teología intercultural. El Hno Jaime, me contó sobre El Cristo Negro de Esquipulas, que tiene su santuario en Guatemala, y réplicas en toda Centro América, inclusive llegando a EE.UU.  Para mi sorpresa es un «Cristo» venerado por muchos fieles en Centroamérica, inclusive aquí en Nicaragua, fieles devotos lo celebran el 15 de enero.

Este descubrimiento me hizo pensar en la resistencia que podemos encontrar en nuestros pueblos nativo-americanos en donde la colonización nunca pudo desterrar su sentimiento de identidad y por lo tanto pudieron incorporar a su cultura el cristianismo. El reconocer que Cristo puede parecerse a nosotros y nosotras, con su color de piel es un mensaje poderoso de interculturalidad y también de reconocimiento que nuestro señor Jesús está presente en todas las culturas, en todas las épocas y también se identifica con nuestras propias luchas e identidades.

Esto creo es un primer paso para empezar a releer la historia y nuestra identidad. El color de piel históricamente está asociado al Estatus. Esto como apuntan otros estudios vino con la colonización. Hasta ese momento no se sabía que una raza, se debía considerar “inferior” a otra. Esta noción del cuerpo «sin alma» a como se referían los conquistadores a nuestros pueblos indígenas, para perpetrar los actos más inhumanos y barbaries de la historia. Lastimosamente esta noción, todavía resuena hoy en el 2020. Entre más cercano estés al modelo europeo, ya sea con tus rasgos físicos, sociales o de estudio siempre es visto para los demás como «mejor» o «civilizado».

En América latina eso se traduce todavía en el «colorismo» en donde la gente de color oscura es vista como «fea» o «india» mientras que si sos piel clara o blanco «sos hermosa” o «tenés dinero” y por ende mejor reconocimiento social. Tristemente este discurso se repite de manera más sutil o no en nuestros discursos religiosos, políticos y familiares.  Una muestra de ello a como apuntaba al inicio es la concepción de nuestros símbolos e imaginario colectivos, desde la mirada eurocéntrica.

Foto de JD Rincs

Hace poco me encontré también, con una interesante exposición de pinturas que recreaban a la Virgen María y el niño Jesús, con un color oscuro, amarillo o rojo. Estas figuras las presenté también al grupo de YALTErs y Angelica Natareno de Guatemala, me dijo que era primera vez que miraba o pensaba que una virgen podría ser morena.  Este Choque o disonancia cognitiva, puede ser un primer paso para empezar a abrazar la diversidad. Pero me queda la inquietud ¿Deben ser unos cuantos, quienes deben tener el derecho a hablar de estos temas, o de romper estos paradigmas? ¿O debería ser más bien un ejercicio constante entre todos y todas en el día y día de reconocer nuestras identidades, nuestras historias y más aún de revisar los discursos que estamos transmitiendo?

Creo que es nuestra responsabilidad deconstruirnos y construir nuevos caminos hacia la interculturalidad y diversidad que es tan hermosa como un arcoíris, cuya belleza radica en la belleza de sus colores.


Wendy Vado es coordinadora del programa de enlaces de CCM Nicaragua.

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