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Al inicio de mi tiempo de servicio con CCM, tenía muchas preguntas rondando en mi cabeza. Muchas de ellas me hacían dudar de mi capacidad para cumplir con mi trabajo. En ese tiempo, de lo único que estaba segura era que había tomado una de las mejores decisiones en mi vida. Puede que esto se vea como una locura, pero siento que fue la fuerza que me permitió dar lo mejor de mí en esos momentos difíciles.

Venir de una familia donde se pasan dificultades económicas te hace creer que puedes entender o ser comprensible con las personas que están viviendo lo mismo que tú. El detalle de esto es que hay otras personas o familias que pasan por situaciones aún más complicadas, y eso lo pude comprender cuando visité por primera vez los bordos.

En la organización donde realizo mi voluntariado en estos últimos meses y años se ha estado trabajando, entre otras cosas, para cambiar la manera en cómo describen a estos lugares. Aunque comúnmente se les conozca como bordos, se prefiere que se llamen comunidades, para reconocer su integridad propia y dignidad. Por supuesto, ese sólo es el inicio de la restitución de sus derechos, y sobre todo para que los habitantes de cada comunidad no se sientan excluidos sobre los temas que se abordan en las diferentes actividades que se realizan dentro y fuera de la misma.

Elieth Blanco (centro) da una presentación a un tour de aprendizaje de CCM en noviembre 2019 en San Pedro Sula, Honduras.

Pero nos adelantamos. Tal vez te preguntarás, ¿Qué es eso de bordos? Bueno, te explico. Bordos son comunidades que están asentadas en los diques (bordos en el español de Honduras) de los ríos aquí en San Pedro Sula, Honduras. Al principio mi mente no comprendía esta parte de vivir a las orillas ya que, en la ciudad en Nicaragua de donde soy, no hay ríos ni diques. Hasta que visité a la comunidad, logré entenderlo. Son comunidades o caseríos que están a las orillas de los ríos en la ciudad, en terrenos sin título. Pero normalmente en tiempo de lluvia, los ríos se desbordan. Básicamente, son pequeños asentamientos ubicados en estas zonas de inundación. Socialmente no son vistos de una buena forma debido a la inseguridad, no solo por el temor de sufrir inundaciones o derrumbes por la lluvia, sino también por el hecho de que se piensan que en ellos viven personas de no muy buena reputación.

La población que vive en estos lugares es rechazada, marginada, olvidada y discriminada por la gente a su alrededor, las empresas y el estado. Los niños, niñas y adolescentes (NNA) en su mayoría son víctimas de bullying en sus colegios debido a donde viven. Lo más triste es que una parte de los docentes no hacen nada al respecto. Por esta razón, el proyecto en el que estoy realizando mi servicio lleva una serie de talleres, charlas o capacitaciones a los centros educativos a los que asisten los NNA que son parte del proyecto: la madre, padre o encargado y el docente.

Esta parte es importante porque no solo se capacita a los NNA sino también al docente y al padre, madre o encargado en temas como derechos básicos y fundamentales, autoestima, control de las emociones y conocimiento o identificación de las mismas, crianza con ternura, entre otros.

Seguro te estas preguntando por qué hacemos esto o, más bien, por qué damos talleres, charlas o capacitaciones en temas como esos. Bueno, verás cómo se está hablando de seres humanos que son víctimas de discriminación en sus centros de trabajo, estudios y en su entorno. Por ende, tanto su autoestima como el amor a sus hijos, hermanos y familia en general serán dañados, replicando ya sea el maltrato físico como psicológico y el abuso.

La comunidad de Bermejo en San Pedro Sula, Honduras.

Entonces, lo que tratamos de hacer con estos talleres es por una parte enseñarle al padre que maltratar a su hijo o hija no es una buena manera de criarlo, hacerle saber que al igual que los demás ellos también tienen derechos y que su deber es conocer cada uno de ellos. Tratamos de esta forma empoderar al padre, madre o encargado para que esto se transmita al hijo, para que, sobre todo, su autoestima vaya poco a poco mejorando. Damos al padre, madre o encargado una herramienta para mejorar su forma de pensar, actuar y criar a sus hijos. Lo más importante de todo esto no es lo material que podamos darles, sino ver que ya empiezan a creer en ellos mismos, que ya tienen una identidad. Algo de que estoy segura es que, al vivir tanto tiempo en estos lugares, pierden su identidad y, aún más triste, el valor e importancia de sus vidas. Eso les quisiéramos ayudar a recobrar.

Todo lo que dije anteriormente no ha sido lo que me ha sorprendido, sino la capacidad de aprendizaje de los NNA y su disposición para aceptar un consejo, ver con el tiempo que abren sus corazones, ver que al llegar a sus comunidades nos reciben con un abrazo, una sonrisa, que están con la disposición de abrir su mente para recibir la información que llevamos. Lo extraordinario que he visto conforme va pasando el tiempo es que se convierten líderes y lideresas dentro y fuera de sus comunidades, son un ejemplo para otros y poco a poco se rompe con este círculo.

Una de las mejores maneras que encontramos para enseñarles a los NNA es hacer los talleres con pequeñas dinámicas o juegos como “el dado del saber”. Esto consiste en que el niño debe lanzar un dado y, dependiendo del número que sale, él responderá una pregunta del tema que se abordó anteriormente. De esta manera se reafirma la información que se le dio días atrás y se aclaran dudas sobre el mismo. Esta es solo una de las tantas dinámicas que se hace para que el NNA capte la mayor cantidad de información posible. Cada tema lleva una manera diferente en la forma en cómo se toca y también una dinámica o juego diferente. Por ende, hay que usar diversos materiales que en su tiempo se vuelven a reutilizar para elaborar instrumentos que se utilizaran para otro tema ya sea para los NNA o adultos. Venir aquí fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida y la volvería a tomar una y tantas veces sea posible. Estar aquí me hizo ver lo bendecida que he sido por Dios. Ahora las cosas que me preocupaban en el pasado las veo tan banales que me apenan mucho haberlas pensado. He aprendido que debo ser más consciente con las personas que me rodean y aprovechar mi “privilegio” para ayudar a otros y luchar por lo justo y correcto, sin miedo a decir la verdad.


Elieth Blanco es la facilitadora comunitaria con la Comisión de Acción Social Menonita, un socio de CCM, en San Pedro Sula, Honduras.

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