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Esta mañana era mi día para ir de compras y en el camino a casa un hombre al azar que pasé en la calle me detuvo y dijo: «Lo único bueno de este virus es que muchas collas van a morir».

En Bolivia hay mucha animosidad y racismo entre las «collas», indígenas que provienen de las tierras altas, y las «cambas», personas que provienen de las zonas bajas. Esto tiene una larga y compleja historia, pero obviamente continúa hoy en día. Lo he oído de muchas personas, incluyendo jóvenes taxistas, así como este hombre mayor.

Estaba bastante sorprendido y no sé por qué este hombre pensó que necesitaba detener a un gringo para decirle esto. Me hizo pensar en lo que está sucediendo en los EE.UU. en este momento. Me hizo pensar en lo mucho que los seres humanos realmente son horribles, incluido yo. Esto de ninguna manera es para implicar o utilizar algún tipo de argumento #todoslados de que todo el mundo es racista. Ese tipo de reducción es realmente sólo una manera de no tener que pensar en algo que es difícil, especialmente mirando a nuestras propias almas al respecto.

Patrocinio Garvizu, Director de Programas Rurales para CCM Bolivia, explico un poco más del racismo en Bolivia, “Personalmente en los 55 años de vida que estoy llevando, este tipo de discriminación he vivido muy notoriamente desde la vida en mi pueblo de origen. He podido notar que la exclusión a las personas se da más en las ciudades, esto ya sea el color de la piel, origen y vestimenta. Me recuerdo de una experiencia que una voluntaria de CCM que trabajaba con asociaciones de mujeres de Yapacaní. Llevo unas mujeres quechuas de pollera a una capacitación a la ciudad de Cochabamba. Cuando llegaron al hotel que se había reservado inclusive con anticipación, la dueña del hotel no quiso hospedar por lo que tenían polleras las mujeres. En la actualidad este racismo hacia las mujeres que usan polleras es muy latente cuando uno está usando el transporte público, si recordamos todo lo que paso las agresiones a mujeres con polleras en diferentes departamentos de Bolivia durante la convulsión social del paro cívico de 2019. Durante estos conflictos muchas mujeres comerciantes de pollera en Santa Cruz tuvieron dejar de vestirse de polleras y cambiar por faldas o pantalonetas para no ser identificadas y agredidas como collas.”

En Bolivia los indígenas han sido explotados y maltratados desde que los españoles llegaron y utilizaron su trabajo para extraer los recursos naturales y la riqueza de este país para beneficiar a las Potencias en Europa. Bolivia tuvo recientemente 14 años de presidente indígena y su partido MAS en control. Como siempre, la realidad es más complicada, pero el racismo descarado y grotesco del hombre de hoy en día fue un recordatorio de que muchas personas no ven a cierto grupo de otras personas como seres humanos. Tanto es así que se ríen de la idea de que mueran a causa de la actual pandemia.

Estos son sólo mis pensamientos como extranjero que apenas ha arañado la superficie de la comprensión de este hermoso país. A veces puede ayudarnos a vernos a nosotros mismos y a nuestra propia cultura más claramente cuando podemos ver dinámicas similares en otras culturas. Es como cuando el profeta Natán le contó una historia al rey David. David, incrédulo de lo horrible que pueden ser otras personas, se sorprendió cuando el profeta metió el dedo en el pecho del Rey y dijo: «¡Ese hombre eres tú!» (2 Samuel 12)

Que nos arrepintamos como David de nuestro pecado y complicidad en el racismo y la opresión. Que haya profetas como Nathan que puedan ayudarnos a ver más claramente nuestro propio pecado y complicidad. Que levantemos a aquellos como Nathan que están gritando y profetizando la verdad incómoda y difícil en las calles. Que también como Nathan tengamos la fuerza y el valor de decir verdades difíciles a los que están en el poder, a nuestros amigos y a nuestra familia.


Lucas Land es el gerente del Centro Menno en Santa Cruz, Bolivia.

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