This post is also available in: Inglés

SAN PEDRO SULA, Honduras ‒ El teléfono celular vibra en el bolsillo del pantalón de David a bordo del bus, pero él no se atreve a contestar. Es riesgoso usar el teléfono, ya que es un blanco fácil para los robos.

Hoy es sábado, el día en que David va a la ciudad hondureña de El Progreso, donde toma clases de electricidad. Es un viaje de cuatro horas desde su hogar, donde sus hijas pequeñas y su madre lo esperan en su comunidad rural, en la cual muchos viven en la pobreza. No usamos su nombre real ni el de su pueblo, para su protección.

David toma clases un día a la semana gracias a la Comisión de Acción Social Menonita (CASM). La CASM es una organización asociada al Comité Central Menonita (CCM) que ayuda a migrantes retornados –aquellos que han intentado migrar a otro país, pero fueron retornados a la fuerza o decidieron regresar– con apoyo para la superación de traumas y capacitación laboral.

Estos exmigrantes que retornaron a Honduras por su voluntad o a la fuerza están practicando sus habilidades para reparar sistemas de aire acondicionado y refrigeración en el Centro Técnico Loyola, El Progreso, Honduras. (Omitimos sus nombres para su protección.)  Foto CCM/Jill Steinmetz

Los retornados y retornadas pueden tomar cursos de capacitación en operaciones industriales, cocina, refrigeración, panadería, barbería o cosmetología. Estas habilidades les proporcionan mayores oportunidades para ganarse el sustento, aun cuando sea difícil encontrar empleo. Tener un ingreso estable en Honduras permite que las personas vivan en lugares más seguros y aumenten sus medidas de seguridad.

David se fue de Honduras tras la elección de 2017 porque no estaba a salvo. Como empleado del gobierno, fue testigo de irregularidades en las votaciones en la última elección presidencial y empezó a ver cómo otros que tenían información del proceso eran asesinados. Vivía con miedo, no solamente por su propia vida, sino por la seguridad de quienes lo rodeaban.

Poco después, decidió irse solo a buscar sustento fuera de Honduras, esperando que su ausencia redujera el riesgo para su familia. Fue una decisión difícil, pero él creía que la única manera de mantener a su familia era aceptar un trabajo en una fábrica a miles de kilómetros de distancia, en Estados Unidos.

“Lo que empuja a los hondureños a migrar, en muchos casos, es la violencia, el desempleo y el miedo. En mi caso, tuve que migrar por razones políticas”.
—David

“Lo que empuja a los hondureños a migrar, en muchos casos, es la violencia, el desempleo y el miedo”, le dijo David a una gira de aprendizaje sobre migrantes del CCM que visitó Honduras en noviembre. “Podemos encontrar trabajo por uno o dos días, quizás, pero luego lo perdemos. En mi caso, tuve que migrar por razones políticas”.

Cuando llegó a EE. UU., David descubrió que el proceso de asilo era tan largo y complicado –y la asesoría legal tan costosa– que durante los cuatro meses que trabajó en EE. UU. no lo completó. Le preocupaba su familia, así que decidió regresar a Honduras con dinero para que pudieran emigrar juntos.

En el viaje de regreso, dice, fue asaltado y detenido por oficiales de migración en México. Tras dos largos meses, lo liberaron poniéndole una pistola en la cabeza y amenazándolo para que no volviera. Sin un centavo y tras varias semanas, logró regresar a su familia en Honduras. El viaje fue tan largo, traicionero y humillante que David sintió que se había quedado sin nada, hasta que recibió una esperanzadora llamada de la CASM acerca de una capacitación laboral.

En el Centro Técnico Loyola en El Progreso, Honduras, exmigrantes que retornaron a Honduras por su voluntad o a la fuerza aprenden el oficio de electricista.  Foto CCM/Jill Steinmetz

La CASM no solamente aporta capacidades laborales por medio de su programa para migrantes retornados. La organización también trata problemas de salud, heridas y el hambre. La CASM proporciona a las familias el dinero suficiente para comprar alimentos por unas pocas semanas, y psicólogos que acompañan a cada uno de ellos en su transición individual.

Algunos retornados –por ejemplo, aquellos que eran niños muy pequeños cuando salieron– nunca han conocido realmente su país de origen. Para otros, han pasado décadas desde que vivieron en Honduras y pueden percibirla como ajena y aterradora. Algunos retornan tras sobrevivir en el camino al tráfico humano, violaciones, secuestros, mutilaciones de miembros, muertes de seres amados y otras tragedias que marcan sus vidas. Otros han dejado hijos, hijas, esposos, esposas y otros familiares amados en EE. UU.

Los psicólogos han ayudado a los y las participantes a desarrollar estrategias para enfrentar los traumas y han usado imaginería mental para que se visualicen en su pasado, presente y futuro, lo cual les ayuda a trabajar en busca de un mejor mañana.

“Todos necesitan ganar el dinero suficiente para mantener a salvo a su familia. Es más difícil hacerlo cuando todo se vuelve contra tu éxito. Esperamos que los participantes culminen nuestro programa en una situación menos vulnerable, pese a los numerosos problemas estructurales y socioeconómicos”, dice Rudi Koornneef, miembro del personal del CCM que trabaja con el programa de migrantes retornados de la CASM.

Los estudiantes pasan la mayor parte de la clase en sesiones prácticas, pero empiezan aprendiendo términos de electricidad y sus definiciones. Foto CCM/Jill Steinmetz.

Uno de estos factores es la distancia que David debe viajar para recibir ayuda en la escuela. Cuando llega, es recibido por su profesor de electricidad, Ever Castro. Tras un poco de conversación amistosa, se sienta en un pupitre junto a otros cinco estudiantes para aprender de circuitos eléctricos, estudiar libros y contestar un cuestionario acerca de nuevos términos.

A Castro le apasiona enseñar a estos estudiantes y siente que esta es su manera de aportar algo positivo dentro de un sistema que anda mal. Cuando sus estudiantes comparten sus historias, dice que comprende cuánto han luchado y le inspira cuán duro están dispuestos a trabajar todos para alcanzar el éxito.

Castro los inspira, a su vez, y les enseña valiosas lecciones que van más allá de la electricidad. El almuerzo lo proporcionan los estudiantes de cocina de la escuela, y el resto del día consiste en aprendizaje práctico en el área de taller de la sala de clases, donde desarman aparatos de aire acondicionado y aprenden del proceso de volverlos a armar.

Fue en una de estas clases que David conoció a Josué, un hombre mayor de barba y con una pierna protésica. Al igual que David, Josué soñaba con encontrar empleo en EE. UU., pero perdió su pierna izquierda en un accidente de tren. De regreso en casa, su discapacidad, sumada a su falta de educación y habilidades profesionales, le hizo especialmente difícil encontrar empleo. Josué espera que, con sus habilidades como electricista, logre ganarse el sustento.

Dos estudiantes en el programa de capacitación vocacional de la Comisión de Acción Social Menonita (CASM) hablan con los participantes de una gira de aprendizaje del CCM en noviembre pasado. Foto CCM /Jill Steinmetz.

“Estas clases nos ayudan a alcanzar sueños que no hemos cumplido”, dice Josué, refiriéndose a empleo y seguridad. “Esto es lo que realmente quiero, así que estoy aprovechando esta oportunidad y sigo adelante”.

Y eso es exactamente lo que David está haciendo. Recientemente obtuvo un empleo reparando y limpiando unidades de aire acondicionado, que es un trabajo rentable en la región tropical de Sula que todo el año tiene temperaturas superiores a los 80 grados Fahrenheit (27° Celsius). Hace poco completó oficialmente su capacitación y recibió su propia caja de herramientas como regalo de graduación de la CASM.

David aún tiene preocupaciones respecto a su seguridad, pero el temor de no ser capaz de mantener a su familia se ha reducido gracias a la ayuda de la CASM. David sigue enfrentando dificultades; pero gracias a una llamada y a mucho trabajo duro, su esperanza de una vida fructífera en Honduras se está restaurando.


Este blog fue originalmente publicado en mcc.org.

Jill Steinmetz está sirviendo como una especialista en medios digitales con el programa SALT de CCM en Honduras.