Oscar Benavides Calvachi es el co-representante de CCM Mexico. 

No hagan sufrir al extranjero que viva entre ustedes. Trátenlo como a uno de ustedes; ámenlo, pues es como ustedes. Además, también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor su Dios” (Lv. 19, 33-34)

En recientes días todos los integrantes del Comité Central Menonita de México (CCM) tuvimos nuestra última reunión general de equipo de 2016. Para ello contamos con el privilegio de estar en la mera[1] línea fronteriza entre los Estados Unidos de México y los Estados Unidos de América (EEUU): en las ciudades hermanas de Agua Prieta (Sonora, México) y Douglas (Arizona). En esta ocasión contamos con la valiosa presencia de Donald Peters (Director Ejecutivo de CCM Canadá), Ron Byler (Director Ejecutivo de CCM Estados Unidos), Mark Epp (Director de Programas de CCM Canadá) y Bonnie Klassen (Directora de Área para Suramérica y México).

Como parte de la agenda de trabajo tuvimos también el privilegio de visitar y conocer un poco del trabajo y experiencia de nuestro socio en la zona, Frontera de Cristo (FDC) que es un ministerio de la iglesia presbiteriana y que desarrolla su misión por intermedio de seis ministerios y que entre otras busca apoyar a brindar apoyo para la autogestión de recursos económicos para mujeres “DouglaPrieta Trabaja”; apoyando el refuerzo escolar de niños y niñas “Centro Comunitario Nueva Esperanza”; apoyando el trabajo de una cooperativa de caficultores del sur de México (Chiapas) mediante la política alternativa de comercio justo “Café Justo y Café Justo y Más”; el apoyo a migrantes y deportados bajo la mirada de migración con dignidad y respeto y especialmente a través del Centro de Recursos para Migrantes; y el ministerio de no violencia por solidaridad “Shalom” en Douglas facilitado por Jack y Linda Knox. En todo esto CCM México contribuye a la misión de FDC mediante la asignación de Marina Forero y David Bonilla en su rol de trabajadores de servicio.

En el desarrollo de la agenda de trabajo, entrar y salir de los EEUU un par de veces al día sería como lo más natural en nuestra vida ya que el trabajo de FDC se realiza en los dos lados de la frontera.

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El tema migración fue el centro de nuestra agenda. No solamente por la ubicación geográfica de estas dos ciudades, sino también por la vocación de servicio a los migrantes de parte del Comité Central Menonita y de Frontera de Cristo. Parece que todo tiene que ver con migración entre Agua Prieta y Douglas separadas a su vez por un torpe muro.

Y hablando de este par de ciudades fronterizas y mi experiencia en aquel lugar, es imposible no recordar el proceso migratorio oficial que cada persona que quiera cruzar la frontera de forma legal, debe realizar en su camino entre una y otra ciudad como puertas de entrada o salida de cada país. Me referiré concretamente al mecanismo de entrada a los EEUU.

David Bonilla en la frontera. Anna Vogt.

El proceso básicamente consiste en hacer la fila a pie o en carro, mostrar ante los funcionarios de migración el pasaporte con visa vigente y esperar la señal de continuar. Algunas veces este proceso puede durar tan solo unos minutos. En otras puede durar hasta una hora. Eso depende de varios factores, entre otros: del estado de humor del funcionario de turno o incluso de la personalidad de cada funcionario. La regla oficial para tratar a los migrantes con documentos no es la misma en todos los casos. Y esto es algo entendible. Algunas veces al funcionario se le puede ocurrir revisar cada detalle de cada pasaporte o de reclamar la expedición de un permiso de ingreso a los EEUU y pagar su valor de US 5, o de exigir el permiso de ingreso y no cobrar los US 5. En fin, esto no es muy diferente de la experiencia con funcionarios de migración en otros países. Hay que decir que ese meticuloso proceso funciona cuando se va a entrar a los EEUU. Cuando se trata del ingreso a México, cualquier cosa o persona podría entrar ya que el control es mínimo.

Fila en carro en el camino de entrada por la garita migratoria de los EEUU. Oscar Benavides Calvachi.

Me llamó la atención notar que para algunos de los canadienses del grupo, el solo hecho de pasar por ese tipo de procesos y tener un sello de ingreso a los EEUU en la página de la foto de su pasaporte ya era algo muy extraño. Sello en la página de la foto del pasaporte? — Sí, literalmente! En general los canadienses no están acostumbrados a esos procedimientos cuando de entrar a los EEUU se trata. Pero no fue algo realmente para preocuparse salvo la incomodidad del momento por la espera y el sello sobre la foto del pasaporte.

Habíamos planeado ese tiempo de visita a la frontera con varios meses de anticipación. Siempre intentamos tener un plan B en caso de que algo no resultase como había sido planeado. Al final de cuentas, era nuestra primera experiencia como equipo en la zona y con ese tipo de actividades bi-nacionales. Nuestra agenda de trabajo incluía un diálogo en la oficina del cónsul mexicano en Douglas. Para cumplir la cita debíamos cruzar la frontera y pasar por la garita de migración de los EEUU. Esperar por tanto tiempo en aquel lugar alteró nuestro plan original. Sin embargo al final logramos cumplir con lo planeado aunque con las obvias limitaciones de tiempo y la menor calidad del encuentro.

Durante o después de cada paso por la garita migratoria de los EEUU teníamos un buen tiempo para hablar de la incomodidad o curiosidad del proceso. Un par de días repitiendo ese procedimiento de entrar y salir de los EEUU, dejó en casi todos nosotros el sabor de no querer volver a la zona por al menos un buen tiempo. No por la zona en sí, sino por el trámite migratorio bastante aburridor, especialmente cuando se trata de grupos de ciudadanos de diferentes países que viajan en una van.

Grupo de trabajo y funcionarios del consulado mexicano en Douglas, AZ. Oscar Benavides Calvachi

Pocos días después y en la tranquilidad en la oficina de CCM en Ciudad de México, algunos de nosotros entre los cuales estaba Erica (Connectin People Coordinator), reflexionamos un poco acerca de lo vivido en la garita de migración de los EEUU. Entre varios pensamientos, expresiones y sentimientos, dimos gracias a Dios por la gran oportunidad que nos regaló de visitar esa zona, de conocer algo de esas dos curiosas ciudades y su historia y de aprender del trabajo por la causa de una migración con dignidad. Pero algo en especial resaltamos de esa experiencia: el privilegio.

Comenzamos hablando del privilegio de tener los documentos y las condiciones para viajar hasta la zona y de atravesar la frontera de manera oficial (legal). Una vez más dimos gracias a Dios por ese privilegio. Podemos ir, entrar y salir de los Estados Unidos Mexicanos y de los Estados Unidos Americanos sin al final mayores inconvenientes o incomodidades. Es más, tenemos el privilegio de quejarnos de los trámites que tuvimos que hacer ante los funcionarios de migración de los Estados Unidos—Dijo Erica. Esto me dejó inquieto.

“Tenemos el privilegio de quejarnos de los trámites que tuvimos que hacer ante los funcionarios de migración de los Estados Unidos”

Millones y millones de personas no tienen ese privilegio. Entre ellos menciono a Juan, nuestro YAMEN boliviano a quien le fue negada la visa de los EEUU y que estuvo en la zona como testigo y como objeto a la vez de ese no-privilegio.

Mujeres, mujeres embarazadas, niños con o sin compañía de sus padres o familiares adultos, jóvenes y ancianos deben arriesgar su vida, su historia, su dignidad para tratar de cruzar esa frontera. Ellos y ellas no tienen ese privilegio. Ellos deben cruzarla a costa de su propia existencia. Esta es una historia y una realidad que se repite entre Agua Prieta y Douglas cada día. Con profundo respeto oro por todos ellos.

Anna Vogt.

[1] Mera: expresión mexicana para indicar en la misma, en la propia, adecuada, ciertamente, etc.

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