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Estas fotos fueron tomadas en febrero 2020, antes de que se establecieran medidas sanitarias en Colombia.

Es un sábado por la tarde y un grupo de niños se reúnen en un salón comunitario ubicado en Palmira para un programa dirigido por Fuente de Vida, una iglesia de los Hermanos Menonitas que ha servido a esta comunidad desde 2004.  Comienzan su tiempo con un par de actividades de grupo.  Los niños se paran en un círculo y escuchan atentamente las instrucciones.  Para este juego, se llamará a un número, después de lo cual tendrán que crear un grupo que consista en ese número de personas.

Cuando se grita un rotundo «¡Cuatro!», niños y adultos, por igual, chillan y corren por el espacioso salón, formando un apretado grupo de cuatro.  La sala resuena con energía y risas.

Después de unas cuantas rondas de juego, se pide a los niños que ayuden a preparar sus asientos para el tiempo de enseñanza.  Hoy, están aprendiendo sobre el valor de la familia a través de la historia bíblica de José.

Además, en este día en particular, una delegación del personal de Recursos Humanos de CCM está visitando el programa infantil para ver de primera mano la iniciativa de la iglesia apoyada por CCM.  Stella Morales, pastora de Fuente de Vida, y Katherin Perenguez, coordinadora del programa infantil, (en la foto arriba en el centro) comparten con la delegación el contexto comunitario, el propósito y las actividades del programa infantil, así como el impacto que ha tenido en las familias.

El proyecto fue iniciado por Fuente de Vida en marzo de 2018, cuando miembros de la iglesia que también vivíaen en la comunidad fueron invitados a considerar la idea de llegar a los más vulnerables en Caimitos, un sector de la comuna 1 que «se caracteriza por un alto índice de violencia intrafamiliar, micro-tráfico, enfrentamiento entre pandillas y un notable número de niños y niñas desescolarizada(o)s.”

Con el nombre de Hacedores de Paz, el programa infantil comenzó a funcionar en abril de 2018 con unos 40 niños del vecindario.  Actualmente, hay 30 niños de 5 a 14 años que asisten regularmente al programa que funciona una vez cada 15 días.  Los niños aprenden a ser hacedores de paz en su hogar y en su comunidad, desarrollando herramientas para el manejo saludable de conflictos a través del juego, los tiempos de enseñanza y el compartir con los demás.

Después de tener la oportunidad de observar las actividades del programa, los miembros de la delegación fueron presentados al grupo de niños que los miraban con curiosidad.  De repente, uno de los niños se puso de pie y se dirigió al final de la fila.  El joven comenzó a presentarse a cada persona de la fila, estrechando la mano de cada uno con entusiasmo.  El resto de los niños se dieron cuenta rápidamente, formaron una fila y, uno por uno, también estrecharon la mano de los visitantes.  Aunque había una barrera de idioma, las sonrisas en las caras de todos eran capaces de comunicar la alegría que todos estaban sintiendo en ese momento.

Entonces las risas estallaron cuando uno de los líderes del programa se agachó en un intento de disfrazarse como uno de los niños y se arrastró por la línea junto con los niños.  Con una gran sonrisa en su rostro, José Manuel González, uno de los líderes del programa, estaba claramente entreteniendo a los niños más que intentando conocer a los norteamericanos.

Lo que más me llamó la atención de esta visita fue escuchar a José Manuel, y su esposa, Sandra (en la foto de arriba a la izquierda), junto con Angi Torres (en la foto de arriba a la derecha).  Estos líderes del programa infantil llegaron a esta comunidad desde Venezuela como refugiados y tuvieron la oportunidad de participar en el proyecto piloto del programa de apoyo a los refugiados, iniciado por la iglesia en abril de 2019.

El proyecto de los refugiados proporcionó a varias familias ayuda de emergencia, alimentos, apoyo legal y acompañamiento continuo.  El proyecto apoyó a un segundo ciclo de familias de Venezuela, una de las cuales era la de Mary Castro, otra líder del programa infantil (en la foto de arriba).  José, Sandra, Angi y María querían contribuir a la comunidad, así que empezaron a servir junto a la iglesia como maestros y mentores de estos niños de la comunidad.

En los últimos dos años, este vecindario ha crecido para aceptar y apoyar el programa de niños.  Los padres y cuidadores han confiado los niños al personal y reconocen cómo no sólo cuidan a sus hijos, sino que también tratan de acompañar a toda la familia.  Los niños han mejorado en sus estudios y en su conducta personal, han desarrollado su autoestima y han aprendido que es mejor resolver los conflictos en lugar de quedarse callados y saben cómo pedir ayuda si la necesitan.  En el lado de la caseta comunal del sector donde dirige el programa infantil están las palabras pintadas «Por Mi Barrio,” palabras que suenan verdaderas en las acciones de una comunidad de fe comprometida, familias desplazadas que encontraron nuevas raíces, y chicos y chicas que están construyendo la paz dentro y fuera de sí mismos.  Durante esta visita, vi un hermoso ejemplo del Reino de Dios, donde aquellos que buscan esperanza la encuentran y, a su vez, la transmiten e impactan en las vidas de los individuos, los hogares y la comunidad. 

Actualización

El trabajo que se hace con esta población de niños; continúa realizándose durante este tiempo de pandemia, visitando a los niños en sus casas con todos los protocolos de bioseguridad; llegamos a sus hogares con un material y actividades para que ellos trabajen en casa, y con un pequeño refrigerio 

Llegamos a la puerta de sus hogares y les explicamos de una manera resumida y dinámica el tema a trabajar y esperamos que junto con sus padres hagan la actividad lúdica, luego a los 15 días les visitamos nuevamente y recogemos las impresiones sobre el tema y los trabajos que han realizado, de igual manera se cuenta con un grupo de WhatsApp; para que los niños envíen la evidencia de la actividad realizada por medio de un video o de fotos de los trabajos. 


Kristin Cato es coordinadora de enlaces y comunicaciones con CCM Colombia. Vive en Cali con su familia.

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